Piero della Francesca

Será la localidad toscana del Borgo de San Sepolcro, hoy día llamada Sansepolcro, la que verá nacer a Piero della Francesca aproximadamente hacia finales de la década de los años veinte (se barajan diversas fechas a la hora de establecer su nacimiento, desde 1416 hasta 1420) y la que, de igual modo, le verá fallecer en octubre de 1492 (estando Piero Della Francesca a lo largo de toda su vida muy vinculado a ella).

A pesar de que se cree que su formación inicial debió recibirla en dicha localidad, suele considerarse Florencia como la ciudad que artísticamente le alumbró (su obra recoge influencias de artistas florentinos como Masaccio, Paolo Ucello o Leo Battista Alberti y su concepción del espacio). Así, se sabe que ya en fecha de 1439 está en Florencia, trabajando con Domenico Veneziano en la realización de una serie de frescos, trasladándose en 1442 de nuevo a su pueblo natal, donde recibirá el encargo de realizar un Políptico (1445-1462) para la Compañía de la Misericordia y la conocida pintura El Bautismo de Cristo (1448-1450).

En 1451, Piero della Francesca se encuentra trabajando en Rímini en el Templo de los Malatestianos al servicio de Sigismondo Malatesta, para quien realizará un fresco de concepción alegórica en el que aparece junto a su santo homónimo, pasando ya en 1458 a disposición del Papa Pío II en Roma (con el encargo de decorar la cámara del mismo). Será en esta época también cuando comience uno de sus principales trabajos: la decoración de la capilla mayor de la iglesia de San Francisco, en la localidad de Arezzo.

Durante la segunda mitad del s.XV, en la década de los años sesenta y setenta, Piero Della
Francesca va a establecer una estrecha relación con los duques de Urbino (de quienes realizará sendos magníficos retratos junto con otro buen número de obras, destacando, por encima de todas las demás, la conocida como Pala de Brera), abandonando la pintura hacia finales de 1470 debido a una enfermedad y pasando a dedicarse, hasta su muerte, a recopilar por escrito sus conocimientos acerca de la perspectiva y las matemáticas (tratados suyos serán. De prospectiva pingendi, Trattato d'abaco y De quinque corporibus regularibus).
















Principales obras de Piero della Francesca

Ya en una de sus obras más tempranas, caso del Bautismo de Cristo (1448-1450), se puede apreciar la delicadeza y contención que caracterizará al conjunto de su producción, así como su preocupación por conseguir la plasmación de un espacio verídico y la correcta ubicación de las figuras en el mismo. Además, en sus composiciones, ordenadísimas, la sencillez es siempre aparente, existiendo detrás de la misma un concienzudo ejercicio de observación y traslación de las líneas perspectivas, las cuales conducirán, invariablemente, la mirada del espectador de la obra adonde el pintor desee (siendo fácilmente apreciable en este caso). Y será el tratamiento impreso al color y la luz el encargado de resaltar el volumen de los protagonistas de la escena, reafirmando con ello su presencia finalmente.





Mucho más compleja es la obra Virgen con el Niño, seis santos, cuatro ángeles y el duque Federico II de Montefeltro (1472-1474), también llamada Pala de Brera debido a su ubicación, en la que realiza un excepcional ejercicio geométrico en la composición básica del dibujo y un uso maestro de la luz (que aquí emplea para individualizar a cada uno de los personajes y configurar el espacio).

En esta obra todas las proporciones están perfectamente medidas, tanto de los personajes entre sí como de éstos con la arquitectura circundante (existe una clara correspondencia entre la forma en la que se encuentra dispuesto el grupo central y la bóveda ubicada encima del mismo), en un espacio completamente racionalizado. Junto con esto, en dicha pintura se puede observar la influencia flamenca, apreciable en sus últimas obras, en la majestuosidad, un tanto fría, de los personajes y en el tratamiento de paños y detalles.

Serán sin embargo los frescos de la Leyenda de la Vera Cruz, realizados con objeto de decorar la capilla mayor de la Iglesia de San Francesco, su obra maestra. Aunque existen dudas acerca de la fecha de inicio del trabajo de Piero suele aceptarse, de manera casi unánime, el año de 1452 para dicha datación, siendo más difícil sin embargo precisar el momento de término de la obra (hay autores que han considerado los aledaños de 1458 como la fecha más probable frente a aquellos que lo establecerían en 1466).



En esta serie de pinturas, Piero Della Francesca alcanza un equilibrio perfecto entre las distintas partes, todas ellas aunadas gracias a la especial atmósfera luminosa (en este caso plena de contrastes y que acentuará el estatismo de los personajes) característica de su obra y a su dominio del espacio y la composición, dando lugar a un conjunto en el que espiritualidad y grandiosidad se alzan como principales protagonistas.

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