El Arte Románico

Origen y evolución



Es un estilo arquitectónico surgido en el siglo XIX, intentando simplificar así, al mismo tiempo que unificar los estilos bárbaros y romanos, pero pese a las influencias recibidas, la originalidad que expresan es muy fuerte, representando al mismo tiempo la realidad tanto material como espiritual de toda esa época.
Este estilo artístico arquitectónico surge en un momento que Europa vivía cierta paz, ya que las grandes invasiones habían culminado y al mismo tiempo comienza a vivirse una cierta estabilidad económica, con el respectivo crecimiento que ésta conlleva, renovando las herramientas de trabajo y renaciendo la vida urbana en general, priorizando por sobre lo demás la construcción.
Colegiata de Santa Cruz en Castañeda, Cantabria, claro ejemplo de arquitectura románica
Mientras tanto, comienza a resurgir el fervor religioso y de renovación de la vida en la Iglesia en general, y es este el momento donde surgen las nuevas grandes órdenes monásticas como la de los Citeaux, además de comenzar a construirse edificaciones de este estilo como las parroquias, mientras surgen con gran fervor las peregrinaciones, principalmente hacia Santiago de Compostela .
Pero este estilo se expandiría por varios sitios, aunque se crea que sólo se encuentra en España
, también los vemos en territorios alemanes, franceses, italianos e incluso en Inglaterra. Y es verdad también que en cada uno de estos sitios han manifestado diferentes estilos, pero todos y cada uno de ellos se desprenden de una matriz única, que es un arte monástico y rural.




Pero es claro que como toda manifestación artística, la influencia recibida le termina demarcando ciertos puntos similares con ese estilo, y aquí vemos un conjunto de influencias como el romano, el bizantino e incluso el oriental, además de las escandinavas, germanas e incluso célticas, por lo que se conforma como resultado de un proceso que duró años, uniendo todos los elementos de cada una de las tendencias mencionadas, y que explotaría en el siglo XI, llegando así a su máximo esplendor.
Las máximas creaciones de este estilo se presentan en la arquitectura religiosa, donde se pueden apreciar algunos elementos característicos, siendo el principal la bóveda, aunque ya existía anteriormente, pero aquí cobra su real valor. Esto le otorgaba al recinto una seguridad mucho mayor, ya que el techo anterior se constituía de madera, lo que facilitaba que tras un incendio se destruyera.


...................... Bóvedas de medio cañón, característica fundamental del románico


Para su conformación se utilizaban piedras talladas y apoyadas una sobre otra, lo que permitía así la formación de ellas a partir de que todas las partes eran fundamentales. La más empleada era la bóveda de medio cañón cuya forma era semi-cilíndrica y la siguiente, la de aristas que se formaba por el cruce en ángulo recto de dos bóvedas de medio cañón del mismo diámetro entre otras.
El primer arte cristiano empleaba asimismo, la planta basilical, que será transformada por el románico más que nada por agregarle algunos detalles. Por ejemplo que las naves serían atravesadas transversalmente por el transepto, de esta forma se determinaría un plano de cruz latina. En el espacio donde se interceptaban el transepto y la nave, se solía colocar una alta torre o campanario, pero también es común que las torres aparezcan a ambos lados de las fachadas, como alternativa.
Luego se ampliaría el ábside, que era la parte opuesta a la entrada de la Iglesia, quedando integrada gracias a esto al deambulatorio y al coro, lo que permitía una mejor circulación de fieles. Además se le agregarían los absidiolos, pequeñas capillas internas.



Plaza de la Iglesia de San Martín en Palencia, donde se ve la formación de cruces latinas


Un detalle no menor para resolver era cómo levantar una cúpula de base circular, y para ello planearon dos soluciones. Una era basándose en trompas, pequeñas bóvedas tanto cónicas como esféricas constituidas en el ángulo del cuadrado, de esta forma, todas ellas terminarían formando un octógono que servirían de apoyo para las cúpulas. La otra solución fue utilizar pechinas, triángulos cóncavos que rellenaban los cuatro espacios que se ubicaban entre los arcos de apoyo, formando así una fuerte base circular para apoyar la bóveda.
Ahora sólo resta nombrar un detalle de su construcción, donde he escuchado directamente brutalidades que en definitiva sólo asesinan a la Historia del Arte. Sabido es que no se empleaban ventanales en este estilo arquitectónico, y me llamó la atención una profesora que una vez dijo que se debía a que no se conocía el vidrio….prefiero no opinar sobre el tema.
Pero por si lee esto alguna vez, aclararé que ese material por supuesto que existía en esta época, pero no se empleaba en las ventanas, por dos motivos: el primero es por seguridad, ya que no querían debilitar mucho los muros con grandes aberturas. El segundo motivo, es porque no se podía, debido al estilo propio de la construcción, insertar un vitral en sus muros, por el espesor que presentaban los mismos.
Recién en el arte gótico, luego de las influencias de Cercano Oriente, conocen las famosas ojivas, y allí es cuando comienzan a edificar con este estilo, lo que les permitía colocar los vidrios de los ventanales y en definitiva iluminar las iglesias. Una iluminación que en el arte románico, brilla por su ausencia, cediéndole a los lugares un cierto aire de misterio debido a las penumbras.





Arco de medio punto




El arco de medio punto, en arquitectura, es el arco que tiene la forma de un semicírculo. Es el elemento principal de la arquitectura abovedada. Antiguamente solía estar conformado por dovelas de adobe, ladrillo o piedra. Comenzó a emplearse en Mesopotamia (Arquitectura caldea) en el tercer milenio adC. Su uso pasó a la Arquitectura etrusca, y de ésta a la Arquitectura romana, que lo difundió por las regiones del Mediterráneo. Es característico del arte romano y de todos estilos que derivaron de él, como la Arquitectura románica, la Arquitectura renacentista y la Arquitectura barroca.






Las puertas y ventanas

Las puertas se hallan formadas por una serie de arcos redondos concéntricos y en degradación apoyados en sendas columnillas de suerte que todo el conjunto forma una especie de arco abocinado y moldurado contribuyendo al mayor efecto visual el mismo grosor del muro que suele formar allí un cuerpo saliente. Algunas portadas carecen de dintel y de tímpano pero por lo general se hallan provistas de uno y otro y entonces se esculpen sobre el último relieves simbólicos o iconísticos y a los lados de la portada o en las jambas y aun en el mismo arco abocinado se disponen variadas series de labores ornamentales en relieve, flanqueándose, a veces, con estatuas el ingreso en las iglesias más suntuosas.




Las ventanas se abren casi siempre en la fachada y en el ábside y algunas veces en los muros laterales. Son bastante más altas que anchas y terminan por arriba en arco doble, generalmente plano o de arista viva apoyado sobre columnitas como las de la portada y cuando estos arcos se rodean de molduras finas o baquetones o bien las ventanas han dejado la primitiva estrechez, pertenecen a la segunda época del estilo. Hay también ajimeces, óculos y pequeños rosetones, correspondiendo estos últimos al último periodo. Se cierran las ventanas con vidrieras incoloras o de color en algunas iglesias suntuosas o con láminas traslúcidas de alabastro o yeso cristalino o con simples celosías de piedra perforada y en las iglesias pobres con simples telas blancas enceradas o impregnada con trementina. De aquí que hayan de ser poco extensas las ventanas de esta época (lo mismo que en la precedente) hasta que se fue ensayando y generalizando el uso de grandes vidrieras.



CARACTERÍSTICAS



Elementos sustentantes y cubiertas. Empleo de arcos de medio punto, como soporte se utiliza la columna y el pilar, este puede tener columnas adosadas, en el exterior, para ontrarrestar los empujes de las bóvedas aparecen contrafuertes. La bóveda de cañón suele estar
reforzada por arcos fajones que descansan en los pilares, es característico del Románico, igual que la bóveda de crucería lo será del gótico, este sistema se utiliza para cubrir la nave central, para las naves laterales se emplean bóvedas de arista, formadas por la intersección de dos bóvedas de cañón. Pero este tipo de construcción realizaba enormes empujes hacia los costados, por lo que para evitar un derrumbe comenzaban a crearse muros más espesos, arcos dobleros, que reforzaban interiormente la bóveda y los contrafuertes exteriores que reforzaban el muro. El cimborrio (cúpula torre) se sitúa encima del crucero (lugar de se cruza la nave central y el transepto), se soluciona mediante trompas por influencia oriental o pechinas por influencia bizantina, sirve para iluminar el interior del tempo. La tribuna se sitúa encima de las naves laterales, sobre todo en las iglesias de peregrinación, sirve para conseguir mayor altura y mayor luminosidad (los vanos se sitúan en la parte superior de la nave central), pero sobre todo para acoger a la masa de fieles.
Materiales. Se utilizan la piedra, la madera, el ladrillo y el sillarejo. El muro está formado por dos paredes de sillería de piedra donde los huecos se rellenan de ripio.
Ornamentación. Dos torres gemelas flanquean la entrada dando aspecto al templo de ortaleza de la fe cristiana. El Románico creará un modelo de portada continuado por el Gótico, es de estructura abocinada, compuesta por las arquivoltas que rodean la parte central: el tímpano. Estas se prolongan por medio de unas columnitas delimitadas por las jambas. El parteluz divide en dos al vano que se remata por un dintel, encima del cual se sitúa el tímpano. El conjunto se llena de esculturas que responderán a un programa iconográfico.

Plantas. Las iglesias románicas tienen referencias basilicales predominando las plantas de cruz latina, el brazo principal es de tres o cinco naves, siendo la nave central más alta y más ancha, el brazo lateral (transepto) de una o tres naves. Las naves del brazo principal terminaban con un ábside semicircular, es frecuente también que haya absidiofos en el transepto, y que aparezca una girola o deambulatorio que permite deambular en derredor del altar mayor, posibilitando el trasiego de los peregrinos y la disposición de capillas absidiales. Si la iglesia forma parte de una abadía o monasterio, también encontramos un daustro, patio porticado alrededor del cual se sitúan las estancias del monasterio: refectorio, sala capitular, celdas de los monjes etc.






El muro románico




Los grandes espacios y volúmenes de estos templos, siguiendo formas prerrománicas, se muestran más rotundos en sus estructuras prismáticas merced a los muros de grandes superficies lisas en las que apenas son perceptibles los vanos. Pero si esto es una constante en la mayoría de los edificios otonianos, también veremos, en estos momentos, cómo se inicia una experimentación arquitectónica preocupada por dinamizar los paramentos de los muros. Es un interés por la estética arquitectónica que sólo percibimos en grandes obras, donde se aprecia que el arquitecto insinúa tímidamente un deseo de ruptura con el tradicional muro inarticulado, pero sólo aplicado a puntos muy concretos del conjunto. Es una tendencia coetánea a las primeras experiencias del primer románico y ligeramente posterior a realizaciones bizantinas similares.La restauradísima fachada de San Pantaleón de Colonia nos muestra el interés de su constructor por evitar las grandes superficies paraméntales lisas y pesadas. Bandas verticales, líneas de impostas y series de arquillos dinamizan la superficie de un muro que sin ellos se vería tremendamente pesado y monótono. La sabiduría arquitectónica de este constructor le lleva a articular los volúmenes con una rica disposición escalonada de los mismos, evitando que éstos se prolonguen en exceso bajo las mismas formas volumétricas. A este respecto, obsérvese las torres laterales que, arrancando el suelo en sección cuadrada, a media altura se convierten en octogonales, para terminar circulares. Que esta concepción de fachada y volúmenes corresponde al proyecto original, y no a transformaciones posteriores o al pastiche de los modernos restauradores, nos lo confirma la abacial benedictina de Münstereifel, que la reproduce, muy fielmente, en toda la organización de sus volúmenes, a principios del XI.La iglesia benedictina de Mittelzell, en la isla de Reichnau (lago Constanza), presenta, ya a fines de la primera mitad del XI, una gran torre occidental, cuyo paramento aparece geométricamente fraccionado por el resalte de una decoración de bandas y arquitos similares a los que hemos visto en Colonia y a los que también contemplaremos en muchos de los edificios del primer románico.Pero, con toda seguridad, la gran aportación de la arquitectura otoniana a la historia del templo cristiano medieval es la preocupación por buscar una armónica disposición de los muros laterales que configuran el espacio de la gran nave central. Basta comparar las naves de templos como Hildesheim o San Jorge de Reichenau-Oberzell con la de Santiago de Compostela o la de las posteriores catedrales góticas para darse cuenta cómo se ha ido transformado este muro. En la historia de este proceso experimental, edificios como San Ciriaco de Gernrode y la catedral de Espira constituyen hitos fundamentales.Genrode se funda por iniciativa del margrave Gero en 959, poco después de la muerte de su hijo Sigfrido, para asegurar el futuro de su nuera Hedwige. La obras debieron transcurrir con cierta celeridad pues, a la muerte del fundador, 965, pudo ser enterrado en una parte de la iglesia ya construida. Para lo que aquí nos interesa, dejando aparte distintas transformaciones posteriores, antes de finalizar el X, la nave central estaría construida tal como la contemplamos en la actualidad: los muros laterales se organizan en tres niveles horizontales claramente definidos. Abajo, la arcada del intercolumnio; sobre éste, una arquería corrida como una loggia; por último, el orden de ventanas que iluminan el templo. La principal diferencia con las basílicas de tradición carolingia era la introducción de ese nivel intermedio con los vanos de la tribuna. La incorporación de este elemento funcional -la tribuna- rompe la monotonía de un muro que antes se mostraba liso desde las ventanas superiores al intercolumnio de abajo. ¿Por qué se emplea aquí?.Los especialistas han discutido sobre la pervivencia de estas tribunas en las basílicas occidentales desde época paleocristiana; la opinión más generalizada es que su uso sólo pervivió, y con gran desarrollo, en la arquitectura bizantina. Los contactos del mundo otoniano con Bizancio, que favorecen la presencia de artistas griegos trabajando en Occidente, pudieron contribuir a la introducción de su uso, máxime teniendo en cuenta que se trataba de una iglesia para una comunidad de monjas.La arcada de la tribuna hizo ver a los arquitectos que era una bella forma de articulación muraria. En. la iglesia de San Esteban Vignory (Alto Marne), hacia 1020, los vanos que separan las ventanas del intercolumnio ya no responden a la presencia material de una tribuna, sino que tienen un valor decorativo que aligeran la pesadez del muro a la vez que lo dinamizan.Antes de las grandes transformaciones ya románicas de la catedral de Espira, llevadas a cabo por Enrique IV, su nave central había sido concebida por los constructores de Conrado II (990-1039) con unos muros laterales articulados por pilares con una columna en su frente, que ascendían por el muro disponiendo un arco doblado sobre cada ventana. La conjunción de esta solución articulatoria con la de Gernrode-Vignory dará origen a las formas equilibradas de las grandes iglesias del románico pleno. También se darán en Espira experiencias sobre el escalonamiento de vanos, que permitirán, durante el románico pleno, disponer elementos esculturados en los resaltes de los vanos.


Los contrafuertes



Los soportes característicos de un edificio románico son el pilar compuesto y el estribo o contrafuerte adherido exteriormente al muro. Los contrafuertes tienen por objeto reforzar los muros y servir a la vez de estribo o contrarresto a los arcos y bóvedas (servicio que también prestan los pilares compuestos): son visibles al exterior, lisos y de forma prismática. Pero cuando se adhieren a los ábsides aparecen frecuentemente a modo de columnas que sostienen el alero. Los muros están formados de sillares desiguales con poca regularidad en las hiladas.




Edificios románicos principales en Italia


Ver Principales edificios románicos en Italia en un mapa más grande





La escultura románica

Los siglos XI y XII conocen el renacimiento de la plástica. Triunfa la escultura monumental, hay una sabia armonía entre el edificio y la ornamentación escultórica. Siendo en el exterior donde se acumula, con objeto de atraer la atención de los fieles. Esta decoración tiene un fin didáctico. Siendo muy sencillo, la iglesia empleó este método plasmando catecismos y tratados religiosos en piedra que entraban por los ojos quedándose grabados en la mente de aquellos hombres.Las columnas y el mainel (elemento vertical que divide la portada o parteluz) de la portada se decoran, a veces con estatuas adosadas (estatuas columnas). A las arquivoltas se ciñen figuras humanas, animales y de toda índole. Los tímpanos semicirculares situados sobre las portadas son el lugar predilecto del escultor románico. Allí se dispone el Pantocrátor (Dios Todopoderoso) rodeado del Tetramorfos o símbolo de los cuatro evangelistas. También se nos muestra el dios justiciero, en el juicio final encerrado en una mandorla, distribuyendo benditos y réprobos a derecha e izquierda respectivamente. El muro queda desnudo por lo común.Los capiteles se convierten en algo lleno de vida. Son capiteles instructivos, historiados, que encierran temas a veces de un complicado desarrollo. La decoración alcanza en ocasiones a las mismas basas de columnas.El ábside es otro sitio acondicionado para la ornamentación, ciñéndose los motivos a la forma de las ventanas. Por el interior la escultura escasea, tan sólo se ve en los capiteles y en las enjutas de algunos arcos.El estilo de las figuras románicas responde a un ideal abstracto. Son fórmulas ideales, geométricas. Se halla en el lado opuesto del naturalismo. Los autores siente una gran repugnancia a representar imágenes y temas cristianos conforme a la naturaleza; la religión se nos ofrece a distancia, abstracta e intocable.En las representaciones se procura destacar la conciencia viva del pecado, el temor a la condenación y la necesidad del arrepentimiento. El gran desarrollo que alcanza el tema del juicio final testimonia el horror a la condenación que se pretende inculcar. El pecado adopta una forma repelente. La lujuria aparece representada generalmente por una figura de mujer a la que serpientes y sapos roen sus vergüenzas. Estas esculturas constituyen verdaderos discursos pétreos más operantes que las propias palabras del predicador.Para representar al demonio se acude a formas animales. Se desarrolla una auténtica demoniología. Y los demonios aparecen bajo un aspecto ridículo para que los fieles se convenzan de que es una estupidez servirles. A la risible figura de Satanás se opone la mayestática figura del Señor o la Virgen. Lo feo se pone al servicio de lo malo, de igual suerte que la belleza sublime es atributo de Dios.Al llegar aquí surge el problema del simbolismo del arte románico.Los historiadores del arte se dividen en dos: Para unos la ornamentación del arte es un capricho, para otros es un simbolismo.Temas: de diablerías, juegos, con intención humorística. Otros de abierto matiz obsceno, intenta sacar a la superficie las lacras de la sociedad para que cada cual se formara idea de la monstruosidad del hecho y lo condenara. Es preciso reconocer que hubo una gran sinceridad pues se sacan a pública subasta los pecados y delitos de todas las clases sociales, incluyendo los de los propios religiosos. Cuando se representa el infierno desde estos tiempos será frecuente ver precipitarse en él, entre hombres de distinta condición, a los eclesiásticos.El ideal abstracto de las figuras románicas está sometido a los elementos condicionantes: adaptación al marco y la adaptación a la función.La adaptación al marco es normativa de todo estilo observándose con mayor rigor en el arte griego y románico. Según ésta es el marco el que impone condiciones: a él se han de adaptar las figuras.En virtud de la adaptación a la función, los elementos de la ornamentación románica se supeditan a la tectónica de la arquitectura. En los capiteles, las finas volutas del capitel corintio se sustituyen por figuras, que fingen sostener o apuntalar los extremos o salientes de aquél. También en las estatuas-columnas, las primeras se adaptan al marco de las segundas, tomando una forma alargada.La escultura románica se nos ofrece como una reproducción en gran escala de los marfiles y miniaturas.En el románico se constituyen una serie de tipos de los cuales los principales son el de Cristo crucificado y el de la Virgen:Cristo se halla sujeto a la cruz con cuatro clavos, estando separados por tanto los pies; los brazos se disponen rígidos ciñéndose al marco, a la cruz sin sentir el peso físico. En la cabeza lleva una corona real y no de espinas como corresponde a su condición de Rey de reyes. No sufre, no experimenta dolor, es un Cristo hermético, unas veces se encuentra vestido con larga túnica, otras con un faldón que va desde la cintura a la rodilla, en el gótico el Cristo cambiará, se doblan los brazos, acusa el peso y las piernas se cruzan sujetas con un sólo clavo.El tipo de Virgen deriva del arte bizantino. Es imagen sedente, ostentando corona. El Niño está sentado en el regazo y menos comúnmente sobre la pierna izquierda, bendiciendo o con el libro en la mano. Ambas figuras están rígidas sin que exista comunicación de madre e hijo. Sólo excepcionalmente y ya en las postrimerías del románico aparece la Virgen amamantando al Niño. El Niño Gesteáis en el románico no es niño sino Dios.El Dios románico inspira terror.





La pintura romanica

Nos encontramos ejemplos de pintura durante el Románico en miniaturas, frontales y frescos murales. De éstos últimos son de los que vamos a hablar. Como los principales ejemplos del estilo conservados son religiosos, la temática de la pintura también lo será. Dentro de la arquitectura románica se integran prácticamente en exclusiva las otras dos grandes manifestaciones de las artes pláticas, tanto la escultura como la pintura (hay escultura exenta y otros ejemplos de pintura además de la mural, como ya hemos señalado, pero la mayoría está en función de la arquitectura). Como el sistema constructivo románico se basa en el abovedamiento a base del arco de medio punto prolongado en el espacio, es decir el uso de la bóveda de cañón, es necesaria la presencia de gruesos muros que contrarresten la serie de presiones que ésta genera. Pero estos gruesos y abundantes muros, se destinarán además a cumplir otra importante función, la didáctica, lo mismo que la escultura, colaborando a la concepción general del edificio como una representación del microcosmos cristiano.
Como durante el período que sucedió a la caída del Imperio Romano, la pintura mural, prácticamente desapareció (cuestión de economía de medios), los artistas románicos se inspiran en la miniaturas de los códices mozárabes y en el mundo bizantino. De Bizancio toman la concepción de la silueta, a base de grandes líneas y el aire hierático, atemporal de las figuras. De los códices miniados, las estilizaciones del dibujo, los pliegues de los ropajes paralelos, caligráficos y algunos rasgos desorbitados que, en ocasiones hace que se pierda la impasibilidad bizantina, para asumir pasiones más humanas.
Técnicamente esta pintura se realiza al fresco sobre muro, diluyendo los colores en ocasiones con aceite, cola, goma o clara de huevo para realizar los retoques finales. Su concepción estética es semejante ala escultura, mostrando escenas y figuras dotadas de elementos antinaturales, tendentes a la abstracción, con grandes ojos geometrizados y formas esquemáticas, como corresponde a este movimiento artístico que busca trasmitir vivencias religiosas más que formas reales. Se trata de unas figuras dotadas de gran expresividad que, a través del gesto, manifiestan sus pensamientos.
Es una pintura frontal, plana, carente de volumen, bidimensional. Los leves efectos de modelado se logran con recursos tales como el uso de líneas paralelas hechas con tonos oscuros y claros para acusar el bulto. Los colores planos, sin gradación tonal, corresponden a un mundo medieval lleno de simbolismo. Los fondos son lisos y casi sin ambientación espacial o paisajística. La perspectiva no interesa, graduándose la profundidad a través del uso de anchas franjas de colores.
El dibujo es muy importante, pues mediante trazos gruesos se realizan los contornos, de forma que se asemeja a la fabricación de vidrieras o esmaltes, separando con un trazo negro cada superficie cromática.
La temática más utilizada la podemos dividir en tres grandes grupos, las que tratan de la “manifestatio” de la Divinidad, es decir representan temas como “Pantocrátor” o “María y el Niño”, situadas en el lugar más destacado de la iglesia; las de escenas de “testificatio”, normalmente representaciones de los apóstoles, situadas bajo las anteriores y las de “narratio”, sobre todo de milagros de Cristo, colocadas en lugares secundarios.




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